El próximo viernes 21 presentaremos en el Aula de Grado de la Facultad de Filología el nº 22 de Númenor, que hemos dedicado monográficamente al pensamiento y obra del gran escritor ruso Pavel Florenskij.
Su figura es prácticamente desconocida en España. De su inmensa obra sólo hay tres títulos traducidos. Y en estos días está en imprenta la traducción de la que se considera su principal obra filosófica-teológica: «La columna y el fundamente de la verdad», llevada a cabo por el principal especialista en nuestro país, Francisco José López Sáez. Él será quien pronuncie la conferencia que aparece en el programa de los Encuentros de este año.
Los horizontes que abre Florenskij a sus lectores son impresionantes. Quienes han leído sus «Cartas de la prisión y los campos» -las que escribió a su familia desde el Gulag, donde fue asesinado- pueden dar cuenta y razón de que es así.
A este libro pertenece el texto que se copia. Sin pretenderlo, el título de la Antología «La buena tierra. 20 años de poesía en Númenor», que saldrá en breve, es un eco verdadero de estas palabras:
“No pocas veces sucede que grandes capacidades, que en un principio se manifiestan con brillantez, luego se marchitan; y al contrario: en ocasiones se produce un repentino despertar de las capacidades después de un comienzo deslucido y opaco. Pero ni una ni otra situación se pueden prever con seguridad de antemano, y en ninguna de las dos se debe renunciar al trabajo. Lo que no está bien es que el móvil, en lugar del interés por la obra, sean la vanidad y el amor propio, que sustituyen la realidad por la propia persona. De eso es de lo que quiero prevenirte. Entierra la planta, riégala, cuídala, y el resto confíala a una fuerza organizadora para que produzca lo que puede producir. No la obstaculices ni la importunes, déjala tranquila. Nada se pierde en el mundo, y el trabajo siempre da sus frutos, aunque a menudo sean bastante distintos de lo que se esperaban”.